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Mens sana in corpore sano, pero hay mucho más

Mens sana in corpore sano, pero hay mucho más

El otoño es la estación de transición entre el verano y el invierno, es decir se pasa de la euforia, las ganas de estar al aire libre, el deseo de viajar a la tranquilidad, al letargo, al calor de los rincones del hogar. En este período se retoman las actividades laborales y escolares después de las vacaciones y, adaptarse al cambio de costumbres y de clima, puede suponer que aparezca algo de estrés. Así pues, es importante mantenerse en forma no sólo a nivel físico, sino también a nivel mental para poder afrontar lo mejor posible tanto este, como los meses venideros.

Como sugiere el título, una mente sana está en un cuerpo sano. Aquéllos que se preocupan por el propio cuerpo y practican una actividad física diariamente, logran gestionar el estrés y descargar la tensión acumulada durante las largas jornadas de trabajo o estudio. Hacer deporte libera endorfinas, las hormonas del bienestar, las cuales contribuyen a eliminar los estados de ansia, los pensamientos negativos y los síntomas de depresión. El buen humor alcanza sus máximos niveles, estamos más calmados y relajados y dormimos mejor y más profundamente. Cuando se descansa adecuadamente, estamos más activos, enérgicos y resistentes, lo cual activa un círculo virtuoso que nos ayuda a sentirnos bien y a tener cada vez más ganas de hacer cosas.

La actividad física va de la mano de una alimentación sana. Comer correctamente siguiendo una dieta variada a base de alimentos frescos y de temporada es lo ideal para alcanzar la cantidad necesaria de principios nutritivos. Sentirse bien, verse en forma y gustarse aumenta la autoestima. Además, un modo perfecto para tener una mente sana es practicar meditación. Ya os hemos hablado en otra ocasión del mindfulness (aqui,), una práctica  simple y muy útil para vivir al máximo el presente y disfrutar de cada experiencia que la vida nos regala. Meditar mejora la memoria, aumenta la concentración y favorece un sueño restaurador.

Si el tiempo acompaña, pasar unas horas al aire libre nos permite disfrutar de los beneficios del sol y del oxígeno. Además, cuando conseguimos dedicar un poco de tiempo para nosotros mismos, la rutina parece más ligera y llevadera y nos sentimos más a gusto con los demás. Tener buenas relaciones nos hace sentir satisfechos y transmite una sensación de equilibrio y de pertenencia.

En definitiva, cuando se trata de cuidarse a uno mismo, no hay que escatimar ni en tiempo ni en dedicación, todo es mucho más sencillo y fluye con naturalidad cuando la conciencia sobre uno mismo está en auge. Es muy importante conocerse y escuchar lo que pide el cuerpo, sus necesidades, sus gustos y sober todo, saber lo que le sienta bien para poder hacer de este viaje, el mejor de todos. Sin olvidar que cada estación es diferente y por tanto, es fundamental realizar esta tarea de escucha interior, sabiendo responder a cualquier necesidad y conociéndolo todo en profundidad, tanto física como mentalmente.

¡La salud empieza desde dentro, tener una mente sana alarga y mejora la vida!